domingo, 22 de mayo de 2011

Mechita, la ganadora


Estoy en la calle y me quedo sorprendido al ver como ese imponente portón, de color marrón, se abre cada jornada a las doce del medio día, como dando una bienvenida a la tarde quien lo espera ansias, doy unos cuantos pasos y ya me encuentro en la sala, al principio me sorprendió un poco, pues como no era hora de abrir el negocio, el lugar parecía un cuartito viejo de los muchos que ay, pero de inmediato subo la mirada y veo un cuadro de Jesús, entonces dije: Dios esta aquí y no hay poder humano que lo saque.

El restaurante esta conformado por dos ambientes y en cada uno de ellos alberga a cuatro mesas de color rojo, que si bien sabemos aquel color significa pasión, ternura también significa disputa, crueldad y rabia que si lo llevo a la realidad cae perfectamente con la mechita, pues aunque ella ahora esta sola sigue siendo muy cariñosa con sus seres queridos y de sus hijos ni que hablar, como quien dice: yo doy la vida por ellos. Pero la señito no esta sola, digo así, porque las cuatro paredes que conforman dos ambientes, están llenos de lunas dando asimismo un toque de seguridad y tranquilidad al negocio, que por su mismo título esta expuesto a los asaltos.

Desde que dejó de ser maestra, allá por los ochenta, la señora Mercedes Magdalena Altuna Grau, más conocida en la urbanización Chimú como ‘Mechita’, es ahora toda una mujer de negocios. Se levanta, todos los días, a las seis de la mañana, vestida de blanco para impregnar pureza en el buen funcionamiento de su restaurante.

Nació y se crió en el seno de una familia humilde conformado por ocho hermanos, ella era la tercera, de escasos recursos económicos, o como se dice por la calle en una familia ‘pobretona’. Mercedes vivió en carne propia las limitaciones materiales, pero lo que nunca le faltó fue el amor y cariño de sus padres. Eso la ayudó a que se feliz.


Sus primeros pasos

Es el último mes que le queda en colegio, pues aunque parezca una fantasía, ‘Mechita’ ya está a puertas de culminar una etapa más en su vida y ahora está pensado en estudiar para profesora. Ha pasado toda su etapa escolar admirando a sus maestros, quienes a pesar de que, en algunas ocasiones, la reñían, ‘Mechita’ seguía queriéndolos cada vez más, es por eso que cuando sus padres le dieron la oportunidad de estudiar, ella no lo pensó dos veces: se formó como docencia.
Cuando terminó la carrera, ‘Mechita’ pensó en todas las limitaciones que sufrió de niña y adolescente, entonces quiso compensarse con la vida por todas las carencias que sintió. El camino para llegar a su vendetta era trabajar y triunfar.
‘Mechita’ tiene carácter fuerte. Su fortaleza radica en la tranquilidad y serenidad con la que toma decisiones, esas que hasta el momento le han hecho crecer y dejando atrás los recuerdos que hacían que se cayera como se cae un árbol ya viejo.

Como egresada tuvo que ganarse el pan de cada día. ‘Mechita’ se encontraba en un dilema, pues para ese entonces se había casado con Don Cervantes, pero no con el escritor español, sino con un peruano que escribió la palabra amor en su corazón: Eulogio Cervantes Barbaran, persona con la que tuvo su primer hijo. Ella crió a su hijo durante los tres primeros años de vida, pues pensó que ha esa edad, él podía quedarse tranquilamente con sus padres o tíos, pues lo que quería ella, era que su pequeño hijo no la extrañara cuando se vaya a trabajar.

Mechita siguió adelante y se fue a trabajar, pues su único objetivo era ocuparse en lo que siempre había soñado: ser una GRAN MAESTRA.

Ahora mechita con base cuatro esta regresando a casa, después de casi diecisiete de arduo labor en la docencia. Su apariencia ha cambiado, pues ya presenta las famosas “patitas de gallo” y se ha teñido el pelo de color rubio, como quien dice para esconder los años que lleva consigo. Su familia creció, pues ya tiene otro hijo, pero ha diferencia del mayor, ha este último sí lo crió, pues no quería dejarlo solo, su esposo esta por dejar su trabajo de camionero.

Mechita ya esta recibiendo la factura de los primeros dolores de cuerpo, no es para menos pues ya tiene su edad y ahora ella debe tener un trabajo fijo y estar cerca de sus hijos, a quienes por mucho tiempo los dejo en casa de sus padres, tíos y algunos vecinos, como quien dice eran visitantes-paraban de un de un lugar a otro.

Parece que fuera un espíritu celestial, pero mechita también tiene su lado negativo como todo ser terrenal, pues aunque parezca mentira aquel ser dulce y tierno se convierte en una mujer perniciosa que llama la atención y gritas a todos sus empleadas cuando no han hecho lo que ella ha querido o porque no supieron complacer a los empleados. Bueno, vale decir que cuando uno esta en lo correcto, está en todo el derecho de hacerlo.


Actualmente…
Hoy en día, a sus sesenta y dos años, la señito como le digo yo de cariño, me dice que cuando se jubiló quería trabajar en otra cosas, afrontar nuevos retos y fue así que junto a su esposo Cervantes no vio mejor idea que abrir un restaurante, el cual se llamaría “Cervantes”, en la urbanización Chimù, lugar donde escogieron para vivir, pero hacemos un alto como pidiendo auxilio, pues sus ojos estaban llenándose de una sustancia liquida y transparente, parecía tener una caño abierto como si estuviera regando un jardín inmenso y no es para menos, pues cuando mencionó a su esposo, persona con quien compartió varios años de su vida- él ya hacia a lado del señor mirando todo lo que esta haciendo su amada en ese momento.
El restaurante fue un manjar, “abrir el restaurante fue el mejor plato que comió en su vida”, ya que por esos años nadie quería arriesgarse a invertir en ese rubro, por así llamarlo, pues como era una zona que recién se estaba poblando, rondaban los temores de que en algún momento quiebren, pues no conocía muy bien a los colindantes.

Mientras conversábamos, su rostro y su voz cambió, parecía el de un niño cuando le compran su juguete, observabando su cuadro del corazón de Jesús agradecía, pues gracias a ese negocio pudo educar a sus hijos y darse algunos gustitos con los que siempre soñaba y que sus padres por falta de dinero nunca le dieron y que ahora con esta nueva vida puede darse esos gustos y compartirlo con su esposo e hijos.
Ahora me deja en claro que mechita sí que supo compartir con su familia todos sus platos exitosos.

Me comentaba, mientras miraba su cálido rostro, que la urbanización ha ido cambiando poco a poco, como se dice: evolucionando. Primero fue ella la del negocio de comida, luego conforme iban pasando los años los demás vecinos también ingresaron ha este negocio, cuando estaban a fines de los noventa, el negocio era uno de los mejores, pues estaba generando buenos ingresos mensuales, ahora entiendo porque todos querían ser parte de este rubro y yo que creía que solo era por hacerle que cerrara. Fue ahí donde salio a flotes su segundo apellido, ya que la señora Grau se armo de valor y enfrento todo este dilema que la ponía en jaque una y otra vez.

Salió a la calle en busca de la mejor cocinera, pues quería combatir este mal, recorrió tantas calles como pudo y hasta que finalmente dio con su ángel: la cocinera. Fue llevada de inmediato a la cocina, el cuartel, donde empezó a preparar todo lo que sabía… ya estando en la chamba, mechita con una sonrisa de oreja a oreja me dice que aquel día se vendió todo lo que habían preparado, muchos de los comensales quedaron satisfechos y a partir de ese día el restaurante “Cervantes” paso a ser uno de los favoritos por los trujillanos de esa zona que a diario iban para saborear la variedad de platos que se preparaban.

Con vos alegre dice: “como olvidar aquellos años en que se vendía todo y hasta muchas ocasiones se preparaba mas pues el publico me exigía y había que complacerles (silencio) pero ahora todo es distinto, la comida ya no se vende como antes, ahora hay mas restaurantes que ofrecen sus platos a un costo menor y que sacando la cuenta no se gana nada”.

En ese momento sentí un golpe muy duro, parecía que me habían propinado un puñete en el estómago, pero en realidad era más que eso, iba dándole ánimos a mechita, le decía que siga adelante, su casa en ese lapso parecía un cuadrilátero en el cual su sala era el escenario y las paredes era la gente que la estaba ofuscando y yo de inmediato me convertía en su héroe por unos instantes. Solo quería sacarla de ahí.

Acabada la pelea, mechita se paro y miro el reloj, como diciéndome: es hora de que te vayas ya voy abrir el restaurante y yo sin saber que responderle le decía silenciosamente que siga adelante y demuestre quien es la manda acá.

Ahora mechita con más valor y ánimo parece haber cambiado con este regreso al pasado y al presente a la vez, pues se encomienda a Dios y a su esposo cada vez que llega el momento de abrir el portón, ese que parece ser la puerta de la esperanza, la salvación y el camino que todos los días sigue sin saber lo que le esperará al final de cada viaje, y que estoy seguro será un viaje, como el que realiza Indiana Jones, lleno de nuevas aventuras y desafíos pero que al final terminarán siendo conquistados con un nock caut triunfal.

La señito, ahora más tranquila, me despide con un fuerte abrazo y como dice el vals peruano: Mechita, tu juventud atesora, todo un mundo de esplendor…. y hace nacer en mi alma una esperanza….

Suerte mamá mechita…

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