miércoles, 9 de junio de 2010

INCLUSION

Saber que se puede…pintarse la cara color esperanza, tentar al futuro con el corazón. Es la canción de Diego Torres y que en el último quinquenio se ha convertido en la canción – himno de muchas organizaciones nacionales y supranacionales quienes las corean cuando realizan algún encuentro, conferencia, reuniones o tratados en materia socio-económico para iniciar y finalizar un objetivo en común: la inclusión de todos los ciudadanos sin distinguir color, religión, lengua, etc. Formar una sola familia.

Con frecuencia se dice que las poblaciones excluidas tienen poco más que su propio trabajo para quebrar el ciclo de pobreza. Por definición el acceso a los grupos excluidos, al capital financiero, a la educación de calidad y a las redes sociales es bastante limitado, por tanto dependen de su capital humano, es decir de su educación, sus habilidades innatas, su motivación, entre otros factores en cual les permitirá salir de la exclusión.

El mercado de trabajo y el desarrollo del capital humano ocupan ambas caras de la dicotomía exclusión – inclusión. Pueden ser las principales fuentes de exclusión y los principales recursos de la inclusión.

Es por tal motivo que en el Perú en la última década se viene haciendo esfuerzos y comprometiendo a diferentes organizaciones y empresas del sector público y privado para lograr la inclusión de todos los ciudadanos, de las veinticinco regiones, sin distinción de género, a los sectores económicos, sociales, entre otros buscando con ello su pronta reincorporación concibiendo así una mejor calidad de vida que tanto ansiamos para el bienestar de todos.

Una muestra de ello es lo que viene ejecutando hace más de una década la compañía FERREYROS e IPAE quienes están apostando por una educación de calidad y para ello se viene realizando hace 16 años la CADE universitario, el cual consiste en reunir a los mejores alumnos de las diferentes universidades e institutos del país para generar nuevas propuestas a partir de los diferentes problemas que se vive día a día.

En esta su decimosexta edición la CADE ha tocado los temas de inclusión, emprendedurismo y la ética, ejes muy importantes que nos sirven para darnos cuenta en qué estamos fallando y cómo hay que mejorarlo. Entre los diferentes retos que arribaron los tres ejes, el de la inclusión llegó a lo siguiente: 1) Promover la educación basada en la integración, 2) Fomentar la igualdad de oportunidades laborales y 3) Respetar la diversidad sociocultural.

Los restos son muy buenos e interesantes y lo que es más importante es que no es imposible de realizarlos y eso se debe a que si comprometemos en todo el sentido de la palabra a las instituciones públicas y privadas y al mismo gobierno (el que esté de turno) se lograrán cumplir los retos trazados y no quedar en sólo palabras.

Lo que se debe hacer ahora es diseñar programas para lograr una inclusión tanto laboral como social en los sectores urbanos marginales. Otra forma viable de cristalizar estos sueños junto a los retos ya mencionados es creando programas para jóvenes, para docentes, creación y uso de leyes contra la discriminación y la protección laboral y social.

Como punto final en América Latina se deben desarrollar cambios políticos y sociales que abran las puertas a los grupos sociales excluidos y al mismo tiempo se deshagan de estereotipos y prejuicios antiguos que tanto daño han ocasionado, divido y confrontado a las sociedades Latinoamericanas y al mundo en general.

Cambiemos nuestra forma de pensar y seamos otra calidad de personas, aquella que busca un hogar integro y armonizado pero que a la vez demuestre seguridad a sus habitantes sin exclusión y/o selección alguna. ¡HAGAMOZLA POR EL PERU!